30 de abril de 2012

ESPEJO DE LUNA

CAPITULO 10: EL REGRESO





El Regreso
Renesmee

Había sido educada en una familia donde el preservar y respetar la vida de los demás, sea humano o vampiro, era algo fundamental; me habían enseñado que la venganza no es buena, que no somos quien para juzgar a nadie y que estar unidos como familia era nuestro pilar.

Pero, y si alguien ha lastimado a uno de los nuestros, ¿no deberíamos defendernos?, ¿y esa única defensa se conseguía matando a nuestro atacante?, estaríamos pasando por alto uno de los valores de nuestra familia: el respeto por la vida de los demás. Pero si no lo hacíamos pasaríamos por alto el valor de apoyarnos y luchar juntos.

Estaba un poco confundida por eso; Nahuel me dijo que yo lo tenia que ayudar, ni siquiera me pregunto, solo dijo: Se que tú me ayudaras. Pero como dejar solo a mi mejor amigo en esto, a él que había evitado que los Volturi me mataran cuando se dieron cuenta de mi existencia, a él que todos estos años, en Alaska, había estado conmigo, convirtiéndose en mi confidente, en una parte de mi vida; porque tenia que admitirlo, aunque no sentía lo mismo que él, Nahuel estaba clavado en mi, como si algo nos conectara, no se si era por todo el aprecio que le tenia o porque él era igual que yo, un mitad vampiro mitad humano.

Solo se que no me quería alejar de él, como nunca me quise alejar de Jacob. Tal ves el haber sentido ese dolor de alejarme de aquel lobo hacia que yo no me quisiera apartar del mitad vampiro. Seguramente no quería volver a sentir esa pérdida.

Y así seguí meditando toda la noche, no pude dormir, igual no me hacia falta.

Cuando me di cuenta ya había amanecido.

¡Oh por Dios!- me dije a mi misma exaltada. –Hoy es nuestro regreso a Forks- seguramente por todo lo que había sucedido el día anterior no me había dado cuenta de que hoy debíamos partir.

Di un salto enorme de mi cama hacia la puerta y baje corriendo las gradas, mi familia estaba montando todo el equipaje en tres autos, con los que nos trasladaríamos hasta el aeropuerto.

-¡Buenos días princesa!- me dijo mi abuelo levantando su mano.
-¡Buenos días a todos!- respondí. -¿A que hora nos vamos?
-Dentro de una hora así que corre a bañarte- dijo mi padre
-¿Y porque no me avisaron antes?- dije enfurecida y luego corrí hacia mi cuarto.

Pude escuchar como todos se reían de mi reacción.

Me aliste rápidamente y cuando me di cuenta mi madre ya había bajado mis maletas para colocarlas en el auto.

El abuelo Carlisle había llamado a un contacto que tenia en la universidad para que yo pudiera entrar dos días después del inicio de clases; había decidido por fin ingresar a la carrera de medicina y por suerte quedaba un campo.

Salimos de la casa rumbo al aeropuerto. Mire desde la ventana del auto nuestra casa, era muy hermosa, nunca la había apreciado de esa forma, creo que extrañaría Alaska, pero no me arrepentía de volver a Forks.

Llegamos al aeropuerto y luego de dos horas nuestro avión salio.

Fue un vuelo tranquilo. Los asientos eran para dos personas, así que yo iba con Nahuel; íbamos hablando de todo un poco, escuchando música con su MP3, por lo que el viaje no se me hizo aburrido.

En aproximadamente cuatro horas llegamos a Forks.

No podía creer que ya estaba ahí después de tanto tiempo. Y lo que menos podía creer era que ya estaba en la casa de mis abuelos, esa hermosa mansión que me había visto nacer. Ahora sentía como si esa niebla que estaba en mi mente poco a poco se fuera corriendo hasta dejarme recordar como era esa casa.

Mis padres y yo nos fuimos a nuestra casa, que estaba muy cerca de la de nuestros abuelos. Llegar a ella fue como un alivio, y otra ves la neblina poco a poco se fue quitando, despejando mi mente.

-¡Es bueno estar en casa!- fue lo único que pude pronunciar, con un aire de libertad

Solo quedaban algunas cosas por recordar, a mi abuelo Charlie, a Jake y a la manada, aunque estos dos últimos quien sabe si los vería.

Solamente fuimos a dejar nuestro equipaje y nos dirigimos otra vez a la casa de mis abuelos.

Cuando llegamos todos estaban mirando un partido, mis tías se veían aburridas, por lo que cuando me vieron dijeron:
-¡Renesmee vamos de compras!-
-¿Otra ves?-  pregunte como si no lo pudiera creer.
-No me gusta mirar esos juegos, vamos a divertirnos- me propuso mi tía Alice.
-Pues bueno vamos.- termine aceptando. ¿Cómo contradecirlas?

De milagro mi madre nos acompaño, la abuela Esme se quedo en casa, creo que la extrañaba mucho.

Fuimos a Port Angeles, entramos a un centro comercial que había en la zona y estuvimos bastante tiempo ahí dentro, midiéndonos vestidos y otros accesorios, mi madre hacia muecas de aburrimiento, nunca le había gustado ir de compras.

No se cuantas horas estuvimos ahí dentro, pero cuando salimos ya había oscurecido, eran las siete de la noche.

En eso vimos un auto muy familiar, era Nahuel que estaba en el estacionamiento del centro comercial.

-¡Hey Nahuel! ¿Qué haces aquí?- le pregunto mi tía Rosalie.
-Pues tenía hambre, y como no había nada en casa, decidí venir a comer fuera. Pero recordé que Renesmee tampoco ha comido ¿Quieres ir a cenar?- me pregunto posando sus grandes ojos en mi.
-Es cierto, creo que no hemos considerado eso- dijo mi madre apenada. –Deberías ir a comer algo.- me propuso
-¡Claro!- acepte encantada
-No lleguen tarde- advirtió mi madre mirando a Nahuel y dirigiéndose con mis tías hacia el auto.

Nahuel y yo fuimos a un restaurante muy fino que estaba cerca del centro comercial.

Estuvimos hablando de muchas cosas, conversar con Nahuel nunca fue difícil, él siempre encontraba de que hablar.

Cuando terminamos salimos del restaurante, Nahuel le entrego las llaves al portero para que este trajera el auto.

-¡Rayos!- exclamo Nahuel
-¿Qué sucede?- pregunte asustada
-Olvide mi abrigo en la mesa. Iré por ella, espérame aquí. – me dijo mientras volvía a entrar al restaurante.

Lo espere ahí afuera, cuando escuche a unos tipos acercarse hacia mi hablando puras estupideces.
-Mira que hermosa chica la que esta ahí- decía unos de ellos
-Vamos a hacerle compañía- respondió el otro.

Eran tres hombres, grandes y fuertes, pero horribles. Se acercaron a mí y me dijeron:
-¡Hola preciosa! ¿Por qué tan solita?
-Que te importa- le dije dando unos pasos hacia atrás.
-¡Uy! Con que muy ruda ¿Por qué no me das un besito?- me dijo el tipo estirando sus asquerosos labios hacia mi.
-Te advierto que te vayas si no quieres salir lastimado- le dije enfurecida.

Los tipos se empezaron a reír, y era cierto, quien iba a pensar que una chica delgada y bajita tenia mas fuerza que mil chicos iguales a esos.
Uno de los tipos se empezó a acercar cada vez mas a mi hasta que no me pude contener y le di una cachetada y un golpe en su estomago dejándolo sin aire. La verdad no hice mucho esfuerzo porque sabía que con mi fuerza lo podría matar.

Los otros tipos se reían de ver a su compañero tirado en el piso.

-Oye Max ¿Te ha golpeado una nena?- decían burlándose

 En eso pude ver como sus caras pasaron de reflejar burla a una que expresaba pánico. No entendía porque.

-¿Qué es ese monstruo?- dijo uno de ellos tartamudeando.

No se a que se referían, pero estaban mirando hacia mi dirección, pero pude notar que no era a mi a la que veían, sino algo que estaba detrás de mi.

¿Qué era? No tenía el valor para voltearme.

En eso un crujido sonó y los tres tipos se echaron a correr.

En ese momento sentí que el corazón se me detuvo, estaba inmovil, hasta pude asegurar que estaba sudando, mis piernas temblaban, pero no de miedo a lo que estaba detrás de mí, sino del hecho de que había reconocido ese crujido, -¿será posible?-, me preguntaba a mi misma.

Lentamente me fui dando la vuelta, y cuando logre mirar hacia atrás ya no había nada, solo se que los arbustos, que conectaban a un bosque, se estaban moviendo, como si algo hubiera pasado por ahí.

Me acerque lentamente a los arbustos, teniendo la fe de que vería lo que quería ver.

-¡Renesmee! ¿Qué haces?- me pregunto Nahuel desde la entrada al restaurante.
-Nada- le dije y retrocedí hacia donde él estaba.

En eso el portero llego con el auto.

 Nos subimos en el y Nahuel condujo hacia nuestra casa.

En el camino me pregunto:
-¿Qué hacías en los arbustos?
-Nada solo me pareció escuchar algo, pero no tiene importancia.- le respondí mientras tomaba con mis manos fuertemente el collar que llevaba puesto y sonreía por dentro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comenten si les gusto el capitulo :)